México tiene mas de 150 Obispos y más de 15 mil Sacerdotes. Se supone
que todos ellos sin excepción consagraron su vida al servicio y a la
entrega generosa por el anuncio del
evangelio…. ¿Pero?.
Algunos de ellos son los hombres
que ostentan el poder eclesiástico en México. Muchos ni Obispos son, pero
hablan, predican y actúan como Obispos, si, se sienten Obispos y muchas veces
tienen mas poder que su propio jefe, sus jefes, los Obispos son rehenes de
estos que se congregan en grupúsculos de poder, que hoy llaman lobbys. A estos
Sacerdotes les da miedo enfrentarse a la realidad pastoral, no saben ser curas banqueteros, mucho menos
misioneros, a ellos les interesa tener un
buen carro, buen celular, buenos lujos, se limitan a la oficina, en
horarios establecidos, como los burócratas, no trabajan, pero exigen su
salario.
Menosprecian a los que en
silencio y desinteresadamente no ostentan el poder, a los que son fieles en su ministerio, a estos, los persiguen, los
hunden y los etiquetan, por que malamente en la Iglesia católica mexicana quien tiene el poder es quien esta en el
escritorio, quien se codea con los poderosos y no los que se dedican a servir,
los que gastan sus años de Sacerdocio en el servicio a los católicos de a pie.
Estos Sacerdotes se han formado
en las generaciones de los seminarios en los últimos 40 años, pareciera como si
el Concilio los hecho a perder, como si el bello Vaticano II fue hecho a al
estilo personal, para sacar el mejor provecho, porque vieron en el Sacerdocio
un negocio y no un servicio.
Muchos de ellos han engañado a la
gente, no a Dios, tienen una doble vida, concubinas, amantes, hijos, amantes
gays, todo esto se mueve en el bajo mundo de la clericacia mexicana, lo peor, es que costean su
mundanidad con el dinero de los fieles,
si a aquellos fieles que no atienden como debe ser.
De todas estas lacras que forman
la clericacia mexicana muchos cumplen su objetivo, aquel que se trazaron cuando
iniciaron su trepadora vocación y logran que los nombren Obispos, aquellos que
hicieron “meritos” durante su maltrecha formación del seminario, aquellos que
tejieron alianzas, que se protegieron las espaldas, aquellos que humillaron,
difamaron y expulsaron a los que tenían una verdadera vocación hoy están al
frente, en el poder.
Los Obispos fueron formados entre
los años 60s y 70s, uno que otro en a principios de los 80s, de formación saben
mucho pero de servicio saben nada, son las típicas mitras huecas, los que les
interesan cuanto genera una parroquia y no como
esta su Párroco, viven soñando en la promoción, ambicionan una mejor
diócesis, no hablando pastoralmente sino pecuniariamente, son los trepadores,
los Obispos de aeropuerto.
Viven rodeados de lujos,
choferes, cocineras y uno que otro hasta escolta. Confían más en sus amigos los empresarios, los políticos, que en
los sacerdotes; para estos Obispos, sus amigos laicos, si aquellos a quienes sin ninguna experiencia
pastoral los integraron a las cúpulas económicas diocesanas tan solo por que
tienen dinero, estos Obispos son serviles de los ricos, son capaces de celebrarles cualquier sacramento hasta en la
puerta de su casa, al fin al cabo son amigos. Y es que el dinero manda.
Si, el dinero manda, hasta entre
los Curas, el Obispo tiene sus predilectos,
sus colaboradores, aquellos que tienen un historial negro pero se sienten cobijados a la sombra de la
mitra, o los párrocos que entregan ostentosas cantidades de dinero para comprar
la parroquia que ellos quieren, o silenciar al Obispo que se vende por unos
cuantos pesos.
Así es la clericacia mexicana, servil de los políticos, callada,
interesada, nada pastoral, vive de la apariencia, persigue a los Curas que no
debería de perseguir, protege a quien no
debería de proteger.
Entre ellos se solapan, hasta en
los más bizarros de los pecados, ellos
se cuidan las espaldas, protegen, encubren al mismo lobby gay, del cual se
benefician, y al fin entre ellos se premian, se alaban, se promueven.
El debacle de la Iglesia en
México se debe no a las sectas, ni al desanimo laical, sino al mal testimonio
de algunos de los integrantes del clero, el pueblo esta siendo socavado por los
mismos pastores, lobos con piel de oveja, y para esto las sectas están felices,
ya no necesitan hacer promoción, por que los católicos de a pie, cansados y
molestos solos se van a sus redes.
Esta es la verdadera, horrible y
lamentable Clericacia Mexicana, la que no deja actuar a los verdaderos Obispos y Sacerdotes que quieren servir en el anuncio del
Evangelio.
Son unos pocos, la mayoría debe
despertar, la verdadera Iglesia basada en el servicio tiene que despertar y
esta solo despertará con el grito de
hartazgo y de exigencia de los laicos a
los que se dicen ser sus pastores.