Desde mediados de 2012 las Monjas de Estados Unidos se rebelaron contra las disposiciones del vaticano. Esto encendió los focos rojos al grado que Roma dispuso de una comisión de primer nivel, que desembocó en una Visita canónica a las religiosas norteamericanas. Ya hemos hablado del tema aquí y aquí.
El problema es mas añejo, desde inicios de 2009. Cuando un grupo de Obispos de Estados Unidos acusaron a las religiosas norteamericanas ante la Congregación para la Doctrina de la Fe y los Institutos de Vida Consagrada en el Vaticano la rebeldía de las monjas, situación que fue subiendo de tono durante el pontificado de Benedicto XVI.
La noticia llego a Roma y esta sin aspavientos investigó por su cuenta, llegó a la conclusión de que se dispondría una visita canónica, usando el poder y la maquinaria vaticana. La sorpresa surgió cuando se dieron cuenta de que las monjas estaban organizadas y bien asesoradas, tanto en el plano civil como canónico. No era un grupito, sino una organización bien estructurada que alineaba al 80 % de las religiosas del país que formaban parte del movimiento, unas 35 mil monjas se alinearon en torno a la LCWR una organización legalmente constituida que vela por los derechos e intereses de las religiosas y que alberga mujeres de más de 400 congregaciones.
Roma sabía que el movimiento se gestó a partir de las religiosas jóvenes, de las pocas que existen, porque la mayoría superan los 70 años. Un movimiento que no nació de la noche a la mañana sino que poco a poco se fue gestando. Ademas las monjas ya estaban teniendo contacto con otras entidades en la Iglesia, como movimientos laicales y asociaciones clericales, el pulpo estaba creciendo, y es que las religiosas sabían que estaban actuando contra reloj porque el veredicto del Vaticano podría ser bueno o malo.
Después de dos años se llegó al veredicto. Lo que les beneficio a las monjas fue el cambio de Papa, por eso ellas decidieron calmar un poco el activismo que venían dando y esperar la resolución de Francisco. Las acusaciones a las monjas eran: mentalidad secularizada, rebeldía a las estructuras y crisis al interior de los conventos, entre otras.
El Vaticano cautelosamente intervino, algunas congregaciones no cooperaron pero la visita - auditoria siguió su curso, al principio Francisco mantuvo la linea de Benedicto pero la situación podría salirse de control y Roma temía un cisma, el asunto era perder o re organizar sin reformar, y con cautela Roma flexibilizó su postura.
Esta semana el Vaticano dió a conocer el informe de 12 puntos, mas flexible y tolerante. Y es que Roma prefiere evitar un problema mayor, sabe que las vocaciones en Estados Unidos están disminuyendo y dejará que el tiempo haga como siempre lo suyo, sea quien poco a poco desmantele las congregaciones, por lo pronto Roma sugerirá los cambios a las congregaciones religiosas de manera paulatina, mientras el pulpo de las religiosas estadounidenses se sigue fortaleciendo.
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