Diocesis de Cuautltlán: le faltan dos cosas, gobierno episcopal y Obispo cercano



La diocesis de Cuatitlán en México pasa por uno de sus peores momentos. Ya lo habíamos estado anunciando aquí. El problema no es el presbiterio, sino el Obispo que no ha sabido gobernar como Amigo, Padre y Pastor.

La delicada situación que se vive en esa porción del pueblo de Dios ha llegado ya incluso hasta el mismo Vaticano, primero laicos se manifestaron, ahora son los mismos Sacerdotes cansados de las irregularidades que se viven en la curia diocesana, y en el mal testimonio que el Obispo esta dando.

El grito desesperado del clero de a pie de Cuautitlan ha comenzado una avalancha de una serie de irregularidades que tienen relación directa con el Obispo, quien es considerado por muchos feligreses y Sacerdotes como una persona oscura, interesada y problemática. Un lector de nuestro blog y sacerdote de dicha diocesis nos  hace llegar un articulo, interesante que destapa tan solo la punta del iceberg de lo que sucede ahí.
Guillermo Ortiz, un Obispo sin vocación de Pastor

             Cuautitlán merece una Iglesia resucitada


Ya en otras ocasiones se ha hablado de la evidente problemática que vive esta Diócesis, de la gran cantidad de malestares que ha manifestado la comunidad y el mismo presbiterio. Hoy a la luz de la resurrección de Cristo nos ponemos a pensar en la posibilidad de que esta Iglesia pueda resucitar, pero como decía san Agustín de Hipona, “El que te creó sin ti, no puede salvarte sin ti”.

Con un obispo cuyas prioridades se enfocan en el poder, el acallar el escándalo, y tener una activa presencia en la esfera política, es difícil poder tener esperanza en la resurrección, porque los vicios e injusticias cometidas por este apóstol de Cristo, que debería ser el primero en ser pastor y padre, ejemplo para todos, lo único que manifiestan es un signo más de muerte y sepultura. Convites con los políticos donde sólo la elite del presbiterio, su círculo más cercano, está invitado, se vuelven cada vez más frecuentes, al grado de dejar a Cuautitlán en un jueves santo de traición, donde nuestro obispo como un judas entrega a Cristo y a su Iglesia por unas monedas de plata.

Pero también los sacerdotes diocesanos hacen sentir a la Iglesia de Cuautitlán los clavos y la cruz de Cristo. Perversiones de todo tipo sobreabundan entre los sacerdotes de esta diócesis, vicios y libertinajes que no pueden encontrar un límite ni una corrección, porque la cabeza no tiene autoridad moral para exigirla, y tampoco tiene interés en subsanarlas. Al contrario, los miembros de la elite del Obispo se sienten protegidos por él y buscan “destapar” en los otros sacerdotes sus errores y escándalos como si ellos estuvieran muy “limpios de pecado”. Se vive una guerra oculta, donde la hipocresía se apodera de ellos y buscan destruirse unos a otros, quizá porque así han aprendido, pues en muchas ocasiones el Obispo Ortiz ha puesto a sacerdotes, religiosos y hasta laicos a “cuidar” a los sacerdotes, para conocer sus excesos, pero no con la finalidad de corregirlos, sino como un arma de auto defensa.

Así, los sacerdotes de Cuautitlán se ponen el pie unos a otros, se buscan y rebuscan, se vigilan y se cazan, como si tuvieran la calidad moral para hacerlo, ahí está el caso de los padres Jarib Monroy contra Celso Ramírez; Sergio Barrientos en contra de Jesús Urban; Omar Montoya contra Luciano Venegas … todo a la vista del Obispo, unos contra otros y bajo la mayor de las falsedades, pues ninguno de ellos podría decir que está limpio de culpa. Es muy penoso que este sea el pan de cada día de la Iglesia de Cuautitlan, donde los sacerdotes se han vuelto predadores en todos los sentidos. El viernes santo se siente cada vez mas agreste, porque la cruz de esta Diócesis pesa mucho y aunque ya se informó a Roma de “cada clavo y de cada espina”, aun se viven los dolores del calvario donde los mayores perjudicados son aquellos por quienes Jesús vino a padecer, los necesitados, los pobres, los laicos que están urgidos de una Diócesis que supere a toda costa la pasión, sobre todo ahora que se celebrará la XII CONAJUM en este territorio, ¿Cómo podría hablar sin engaño a los jóvenes un pastor que no huele a oveja? ¿Qué presencia alegre de Cristo les pueden mostrar los sacerdotes corrompidos? Sin duda alguna la juventud merece algo mejor.

Podríamos quedarnos en el sepulcro cerrado, con el cuerpo de Cristo amortajado, con sus apóstoles desleales y dispersos, y pensar que el destino de Cuautitlán es la muerte, pero Cristo es fuente de esperanza, y aun podemos verlo resucitado y glorioso en los sacerdotes que si se entregan en su ministerio, en los laicos que trabajan, aun cuando no tienen un sacerdote que los apoye, y en la autoridades de nuestra Iglesia, encabezada por el Papa Francisco, que ha demostrado querer “restaurar la Iglesia” y que no se queda inmóvil ante los modos deshonestos e inmorales que muchas Iglesias han adoptado. Y esperamos con fe, con las lámparas encendidas, llenos de confianza en que pronto Cuautitlán resucitará.

Comentarios