UN DEFENSOR DE LA CAUSA INDIGENA: DON SAMUEL RUIZ



Hoy murió a la edad de 86 años. Nació en Irapuato, Guanajuato. Se ordenó para el clero de la Arquidiócesis de León en 1949 a la edad de 24 años. Y fue nombrado Obispo de San Cristóbal de las Casas, Chiapas a la edad de 35 años, servicio que prestó hasta el año 2000, en que fue relevado del cargo por llegar a la edad canónica.. Este martes 25 cumpliría 51 años de haber sido ordenado Obispo. Participo como Padre conciliar en el  Concilio Vaticano II participando en las 4 sesiones.

Así como tiene múltiples seguidores, también tuvo varios detractores, sobretodo del ala conservadora de la Iglesia. Don Samuel o Tatic como lo llamaban los indígenas de Chiapas, ha sido la figura emblemática del defensor de los indígenas, después de  Fray Bartolomé de las Casas, aquel fraile  dominico español y obispo de Chiapas conocido como el Apóstol de los Indios. Conocía como la palma de su mano cada rincón de su diócesis; aficionado como era a la comunicación por radio,  creó una estructura de comunicaciones para enlazar a pueblos y comunidades que resultó ser una maravilla, tanto que lo acusaron de ser el promotor y líder, el “comandante supremo” del levantamiento indígena con el EZLN. Pero aparte de ese hecho, los equipos de pastoral de la diócesis sancristobalense funcionaban casi a la perfección. Contribuyeron a ello las estructuras de catequistas y diáconos.

En 1975, inició la promoción del Diaconado Permanente sobre todo entre los indígenas, como una forma de que la Iglesia se encarne y crezca en estas culturas. Al término de su servicio en mayo del año 2000, había 341 diáconos permanentes. Instituyo una red de catequistas bien estructurada, actualmente son mas de 8,000 hombres y mujeres comprometidos con la evangelización.

El único pecado de don Samuel fue la opción preferencial por los pobres.

En una carta dirigida a la comunidad diocesana el obispo de San Cristobal de las casas explica el legado de don Samuel:

Deja como legado su esfuerzo por:

1.       La promoción integral de los indígenas, para que sean sujetos en la Iglesia y en la sociedad.
2.       La opción preferencial por los pobres y la liberación de los oprimidos, como signo del Reino de Dios.
3.       La libertad para denunciar las injusticias ante cualquier poder arbitrario.
4.       La defensa de los derechos humanos.
5.       La inserción pastoral en la realidad social y en la historia.
6.       La inculturación de la Iglesia, promoviendo lo exigido por el Concilio Vaticano II, que haya iglesias autóctonas, encarnadas en las diferentes culturas, indígenas y mestizas.
7.       La promoción de la dignidad de la mujer y de su corresponsabilidad en la Iglesia y en la sociedad.
8.       Una Iglesia abierta al mundo y servidora del pueblo.
9.       El ecumenismo no sólo con otras confesiones cristianas, sino con toda religión.
10.    Una pastoral de conjunto, con responsabilidades compartidas.
11.    La Teología India, como búsqueda de la presencia de Dios en las culturas originarias.
12.    El Diaconado Permanente, con un proceso específico entre los indígenas.
13.    La reconciliación en las comunidades.
14.    La unidad en la diversidad.
15.    La comunión afectiva y efectiva con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia universal (III Sínodo, 571).

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