Este
sábado comenzó en el Vaticano lo que podríamos llamar el juicio del siglo.
Se juzgara a Paolo Gabrielle el mayordomo del Papa Benedicto XVI quien es acusado
de robar documentos papales y otros objetos de valor del mismísimo apartamento
de Su Santidad.
La
Santa Sede cuenta también con tres celdas a guisa de cárcel en su Palacio de
Justicia o Palacio del Tribunal.
Se trata de un edificio situado cerca de la basílica de San Pedro y justo al lado de la Casa Santa Marta, el moderno hotel edificado por Juan Pablo II, para acoger dignamente a los cardenales durante el cónclave y en sus frecuentes visitas a Roma.
La Justicia civil vaticana dispone de cuatro niveles. El primero, es el Juez Único, un cargo que ejerce Piero Antonio Bonnet. Ante él pasó ya, en diversas sesiones, el acusado Paoletto, interrogado por el fiscal Picardi, en presencia de los dos abogados defensores que, entonces tenía el mayordomo. Recientemente, uno de ellos, el abogado Carlo Fusco, amigo de la infancia de Gabriele, dejó su defensa por "divergencias" con el defendido.
Tras ser visto por el Juez Antonio Bonnet que ejerció de juez-instructor, el caso del mayordomo va a pasar a manos del Tribunal del Vaticano. Un tribunal integrado por tres miembros. Lo preside Giuseppe Dalla Torre, acompañado por Paolo Papanti y Venerando Marano.
En la sala del Tribunal, presidida por un crucifijo en la pared, estarán también el Fiscal, Nicola Picardi y el juez instructor, Antonio Bonnet, así como los dos acusados: Paolo Gabriele, el mayordomo, asistido por su abogada Cristina Arru, y el informático Claudio Sciapelleti, con su abogado Gianluca Benedetti.
La sentencia de este Tribunal podría ser recurrida en tercera instancia al Tribunal de Apelación, integrado exclusivamente por eclesiásticos. Y un último hipotético recurso podría dirigirse al Tribunal Supremo, formado por y tres cardenales y presidido por el purpurado norteamericano, Raymond Burke.
Según el juez vaticano, Paolo Papanti, el mayordomo puede ser condenado a un máximo de ocho años de cárcel. Al final de todo este recorrido procesal siempre cabe la posibilidad de que el Papa, que dijo querer a su mayordomo como a un hijo, le conceda la gracia y le perdone, sea cual sea la sentencia.
Se trata de un edificio situado cerca de la basílica de San Pedro y justo al lado de la Casa Santa Marta, el moderno hotel edificado por Juan Pablo II, para acoger dignamente a los cardenales durante el cónclave y en sus frecuentes visitas a Roma.
La Justicia civil vaticana dispone de cuatro niveles. El primero, es el Juez Único, un cargo que ejerce Piero Antonio Bonnet. Ante él pasó ya, en diversas sesiones, el acusado Paoletto, interrogado por el fiscal Picardi, en presencia de los dos abogados defensores que, entonces tenía el mayordomo. Recientemente, uno de ellos, el abogado Carlo Fusco, amigo de la infancia de Gabriele, dejó su defensa por "divergencias" con el defendido.
Tras ser visto por el Juez Antonio Bonnet que ejerció de juez-instructor, el caso del mayordomo va a pasar a manos del Tribunal del Vaticano. Un tribunal integrado por tres miembros. Lo preside Giuseppe Dalla Torre, acompañado por Paolo Papanti y Venerando Marano.
En la sala del Tribunal, presidida por un crucifijo en la pared, estarán también el Fiscal, Nicola Picardi y el juez instructor, Antonio Bonnet, así como los dos acusados: Paolo Gabriele, el mayordomo, asistido por su abogada Cristina Arru, y el informático Claudio Sciapelleti, con su abogado Gianluca Benedetti.
La sentencia de este Tribunal podría ser recurrida en tercera instancia al Tribunal de Apelación, integrado exclusivamente por eclesiásticos. Y un último hipotético recurso podría dirigirse al Tribunal Supremo, formado por y tres cardenales y presidido por el purpurado norteamericano, Raymond Burke.
Según el juez vaticano, Paolo Papanti, el mayordomo puede ser condenado a un máximo de ocho años de cárcel. Al final de todo este recorrido procesal siempre cabe la posibilidad de que el Papa, que dijo querer a su mayordomo como a un hijo, le conceda la gracia y le perdone, sea cual sea la sentencia.
Eso
sí, Gabriele no podrá volver a trabajar en el Vaticano: El reglamento de la
Curia, aprobado por el Papa Wojtyla en 1999, prevé "el despido de oficio" para los trabajadores que
comentan delitos u actos de indisciplina. A no ser que el Papa, juez absoluto y
máximo del Vaticano, disponga lo contrario.
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