CAMBIOS EN EL EPISCOPADO MEXICANO




Ya es tiempo de que los Obispos de México cambien su dirigente. Y hay varios candidatos fuertes a la elección de dicho cargo que coordina las acciones de todos los Obispos.

La elección de la dirigencia de la Iglesia Católica en México no era tan importante hasta antes de la reforma legal (1991-1992) que dieron personalidad jurídica a las Iglesias y se establecieron las relaciones diplomáticas con la santa Sede (1992).  En este momento reviste la mayor importancia en un país donde una gran parte de la población es católica

En todos los países existe una Conferencia Episcopal. El Código de Derecho Canónico la define como una institución de carácter permanente y como la Asamblea de los Obispos de una nación o territorio determinado, que unidos ejercen algunas funciones pastorales respecto de los fieles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y lugar (c.447). El canón 451 señala que “cada Conferencia Episcopal elige conforme a la norma de sus propios estatutos a su propio presidente”.

En la Exhortación Apostólica  Pastores gregis (de Juan Pablo II) que recoge las conclusiones del Sínodo de los obispos. Ahí precisa que las conferencias episcopales “requieren una organización compleja, precisamente para ofrecer su servicio a cada uno de los Obispos que forman parte de ella, y por tanto a cada Iglesia. No obstante —dice— se ha de evitar “la burocratización de los oficios y de las comisiones que actúan entre las reuniones plenarias..., las Conferencias episcopales “con sus comisiones y oficios existen para ayudar a los Obispos y no para sustituirlos”.


Para elegir a la dirigencia no existen reglas o un perfil ideal. Sí hay, empero, una exclusión: “El Presidente y el Vicepresidente de la Conferencia Episcopal deben ser elegidos sólo entre los miembros que son Obispos diocesanos”, tal y como lo señala una Carta Apostólica de Juan Pablo II del 21 de mayo de 1998.

Después de analizar las últimas cuatro elecciones se ha observado que para ser presidente de la CEM se debe contar con las siguientes cualidades, entre otras:

I)                    Tener la capacidad de cohesionar a los distintos grupos y sectores de la institución (Luis Morales hizo un excelente papel en ese nivel).

II)                   La acumulación de la experiencia en el gobierno diocesano que le ayudarán a tomar decisiones firmes.


III)                 Ser una persona moderada, discreta y con buena relación con el Vaticano.

IV) Pertenecer al clero secular necesariamente.

IV)               Haber estudiado en Roma.

V)                Tener mucha visión sobre las tareas evangelizadoras.


VI)               Haber colaborado en alguna de las comisiones de la CEM o estar preferentemente en el Consejo de la Presidencia.

VII)             Ser cercano al Nuncio (algo fundamental).


IX) Tener diplomacia y buen trato con el gobierno en general, con instituciones laicales y con todos los partidos políticos.

X) Además, debe de considerarse su salud y la edad (la legislación eclesiástica obliga a los obispos a presentar su solicitud de renuncia al cumplir los 75 años).

XI) Y sobretodo, tener buena relación con los medios.

En la  pasada elección  los obispos fueron sabios, y otra vez —por segunda ocasión— le negaron su voto a prelados “de mayor nivel” pero que han estado —por alguna u otra razón— en el ojo del huracán y que los medios mencionaron insistentemente. En la elección pasada se mencionaba al Cardenal Sandoval como fuerte candidato.

La relación de la dirigencia de la CEM con el gobierno debe ser cordial y jamás de subordinación. Ese ha sido el papel que han tenido Don Adolfo Suárez Rivera, arzobispo de Monterrey, (1988-1994); Don Sergio Obeso Rivera, arzobispo de Xalapa, (1994-1997); y Don Luis Morales Reyes ––al ser elegido en 1997 era obispo de Torreón, después se le nombró arzobispo de San Luis Potosí- (1997-2003).

El organismo cúpula de la jerarquía católica mexicana, los obispos elegirán al sucesor de Carlos Aguilar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, quien concluye dos períodos consecutivos de tres años al frente de la CEM y ya no puede acceder a la reelección.
Como parte del proceso para elegir nuevo presidente del Episcopado, los más de 130 obispos del país han empezado a enviar a la secretaría de Relaciones Institucionales de la CEM, a cargo del sacerdote Manuel Corral Martín, las ternas que proponen para ocupar los cargos directivos.
De acuerdo con las propuestas que se han mencionado, destacan Rogelio Cabrera López, arzobispo de Monterrey, y vicepresidente de la CEM; Gustavo Rodríguez Vega, obispo de Nuevo Laredo; Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo de Puebla; y Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara.

Según fuentes confiables a Santa & Pecadora la elección  estará en dos, entre el Arzobispo de Monterrey y el Arzobispo de Guadalajara. Pero no se descarta que el Arzobispo de Puebla sea otra opción.

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