El recién nombrado Cardenal
por el Papa Benedicto XVI en el consistorio pasado el Arzobispo de Bogotá,
primado de Colombia y actual Presidente del Episcopado colombiano esta a favor
de las bodas gays.
Se llama Rubén Salazar
Gómez. Tiene 70 años y 20 de Obispo. Sus declaraciones recientes han causado controversia
en toda Colombia. Aprueba las uniones
civiles entre homosexuales siempre y cuando no se les equipare con el
matrimonio.
En declaraciones a la prensa
afirmo que se puede hablar de uniones homosexuales y que el Estado tiene el
deber de darles a esas personas todos los derechos que considere, pero que
«cuando la unión homosexual se quiere equiparar al matrimonio y a lo que
significa desde el punto de vista social, indudablemente se está creando una
falacia y una mala interpretación del término. Se está desvirtuando el sentido
de las palabras, pero, este no es simplemente un problema de terminología sino
de realidad».
En
otra entrevista afirmo «En ningún momento son personas menos dignas
de respeto, ni tampoco hay que excluirlas de la vida social», dijo. Sin
embargo, aclaró que no se puede poner la unión homosexual en la misma línea de
importancia social que tiene el matrimonio heterosexual al que calificó como
«el único matrimonio».
«No nos parece conveniente
que se equipare el matrimonio entre el varón y la mujer, que es la célula
fundamental de la familia, con la unión entre homosexuales, que no es en ningún
sentido de la misma naturaleza, no encontramos que haya ninguna razón que
justifique que se hable de matrimonio homosexual».
El Cardenal se paso por el
arco del triunfo el Magisterio de la
Iglesia que afirma en el documento "Consideraciones acerca de los
proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas
homosexuales", promulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe en
junio del 2003, la Iglesia rechaza no solo el matrimonio entre personas del
mismo sexo, sino cualquier tipo de reconocimiento legal de las uniones
homosexuales. En dicho texto, el magisterio católico enseña que: Ante el
reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de
éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario
oponerse en forma clara e incisiva.
Tambien
afirma:
Dado
que las parejas matrimoniales cumplen el papel de garantizar el orden de la
procreación y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil
les confiere un reconocimiento institucional. Las uniones homosexuales, por el
contrario, no exigen una específica atención por parte del ordenamiento
jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.
En
el caso de que en una Asamblea legislativa se proponga por primera vez un
proyecto de ley a favor de la legalización de las uniones homosexuales, el
parlamentario católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su
desacuerdo y votar contra el proyecto de ley. Conceder el sufragio del propio
voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común de la sociedad es un acto
gravemente inmoral.
El
texto, firmado por el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, hoy Papa Benedicto
XVI, concluye con un párrafo en el que ratifica la oposición de la Iglesia a
cualquier tipo de reconocimiento legal de las uniones homosexuales:
La
Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo
alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la
legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes
reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia,
célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o
equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento
desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también
ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la
humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de
los hombres y de toda la sociedad.
Que
pensara el Cardenal ante esto. Quizá es su postura muy personal, pero al
tratarse de un Cardenal deja mucho que desear. De seguro ya le llamaron del
Vaticano y en esta semana afirmara que
los medios mal interpretaron su postura, aunque todo esto se debió a unas
entrevistas radiofónicas y a una entrevista
de la prensa. (Ver aquí)
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