Visiblemente agobiado, enfermo, su comunicación inentendible, sin poder caminar, el Arzobispo emérito de Hermosillo celebra por lo menos entre 7 y 10 ceremonias religiosas, de la sociedad sonorense, donde cobra minimo 600 pesos por celebración, su asistente personal una mujer y su sobrino se benefician de esta simoniaca actividad.
Apenas habla, apenas
se puede mover. Tiene 93 años y aun sigue celebrando misas, aunque se quede
dormido y las homilías no se le entienda ni lo que dice. Se llama Carlos Quintero Arce. Originario de
Etzatlán Jalisco, fue ordenado sacerdote a los 24 años. Después de colaborar en diversos
servicios en la arquidiócesis de Guadalajara fue promovido al episcopado por el
entonces Cardenal José Garibi Rivera, como Obispo titular de ciudad Valles en
San Luis Potosí, cargo que ocupo por casi
seis años, de 1961 a 1966, porque después se le removió a Hermosillo
como obispo coadjutor con derecho a sucesión.
Tenía solo 46 años cuando llego a
Hermosillo, mientras tanto que el Arzobispo titular don Juan María Navarrete y
Guerrero de 80 años enfermo y viejo aun era mantenido por el Vaticano en ese
cargo. Dos años le tocó a Quintero Arce co gobernar la Arquidiócesis, hasta que
en 1968 fue nombrado titular. Hermosillo fue su único y último destino, de
1966 a 1996.
En la arquidiócesis se
ha ganado un apodo, mismo que le
caracteriza su manera de actuar, a Don Carlos Quintero Arce le llaman Carlos
Dinero hace. Y es que tal como dice el
dicho de que ¨con dinero baila el perro¨, pues con dinero también el Obispo celebra.
Artemisa Tapia |
El Arzobispo con su deteriorada
salud parece que ya no puede más, y como vil títere es manipulado a su antojo
por dos personas, la Señora Artemisa Tapia, quien por años ha fungido como su secretaria, ama de llaves
y manipuladora personal, la otra persona es su mismo sobrino, quien radica en
Guadalajara pero que hace constantes viajes
a Sonora para recoger el dinero recabado por su enclenque tío.
Artemisa Tapia es
quien lleva la agenda del Arzobispo, y es quien organiza los bautizos de cada
fin de semana, los cuales en sábado
llegan hasta casi 10, cobrando por cada uno la cantidad de por lo menos $600
pesos, desde luego pidiendo un adelanto de $200 pesos. En caso de no pagar a
tiempo la totalidad de esta cantidad, ella tiene la potestad de cancelarlo.
La Señorita Tapia se
desempeña como ministro extraordinario de la Sagrada comunión y ha hecho su
agosto trabajando al lado de don Carlos
Quintero, quien aparte de manejar el dinero recibe puntualmente su pago
quincenal de parte del Arzobispado, gracias a la buena relación que tiene con
el Sacerdote Sixto Toruga (quien informa al Arzobispo Ulises de todo lo que
ocurre en torno al emérito) quien es el ecónomo
diocesano y con quien en más de una
ocasión se le ha visto junto con ella, el caso es que las malas lenguas en la
curia la relacionan sentimentalmente con el.
El otro protagonista
de este feo caso del Arzobispo Simoniaco es su propio sobrino, quien lejos de
preocuparse por la salud de su tío, le preocupa cuánto dinero recaba al mes y
quien gracias a su tío vive cómodamente, en pocas palabras como vil zángano vive
del dinero que su tío gana de manera simoniaca, y esto incluso en el Presbiterio se conoce. Agapito Gómez
Quintero ha hecho hasta lo imposible por
poner todo lo de su tío a su nombre, y convertirse en una especie de heredero, perdón
albacea, según dice el, de las posesiones de su enclenque y débil tío, la residencia donde vive, las
casas que tiene en Guadalajara, en Hermosillo, las cuentas del Banco tanto las
nacionales como las que están en el extranjero, incluso el mismo auto en donde
se mueve el arzobispo. Es por eso que siempre está al pendiente no de su tío
sino del dinero que entra y sale entorno a Quintero Arce.
De por sí con
estas situaciones que se presentan,
falta agregar a la no tan buena fama que actualmente tiene la arquidiócesis de Hermosillo, que se
suma a otras diócesis mexicanas en las
que urge una intervención directa de la Santa Sede.