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Foto: diocesisdelapaz |
Semanas atrás la diócesis de la Paz ubicada en la
península de Baja California en México fue azotada por el huracán Odile con fuerza. El fenómeno dejo grandes estragos a la
población.
La realidad de la Paz es la realidad que se refleja en
todo México. El gobierno es candil de la calle y oscuridad de su casa. Los mexicanos
fueron dejados a un lado, para el gobierno pasaron a segundo plano. Lo
importante era cuidar y atender a los turistas extranjeros, como en otros casos
conocidos. Esta situación aunada a la ola de violencia y narcotráfico que azota
la región molestó al Obispo de la Paz, Miguel Ángel Alba.
Como siempre en estos casos la Iglesia local se
movilizó para ayudar a su gente, dando una respuesta ordenada y suficiente ante
las necesidades de la gente, esto por orden del Obispo.
Las constantes amenazas a Sacerdotes y laicos por
parte del crimen organizado y el silencio cómplice de la autoridad propiciaron que el Obispo alzara la voz. Fue
una voz fuerte, de un Obispo directo, trabajador, sincero, conocedor y cercano de la realidad de su gente.
Se trata de un OBISPO de palabras mayúsculas, un
Obispo que en sus casi 20 años de servicio episcopal, 13 en La Paz , ha
logrado servir con ímpetu y dedicación a
la Iglesia. Es de esos pocos pastores de los que tanto hacen falta a la
Iglesia. Es una de esas mitras inteligentes y no huecas como las que abundan en
México y en el mundo.
La nota dio la vuelta al mundo, curiosamente
pocos medios mexicanos, sino es que solo los locales, citaron esta nota.
La nota a nivel internacional la dio a conocer la Agencia FIDES, filial del Vaticano.
En el comunicado dado por Alba Díaz afirma que en la
Baja California Sur: “No existe un clima de
tranquilidad y seguridad porque muchos crímenes se han cometido ante el
silencio de las autoridades”, la voz del Obispo es la voz del pueblo, un
pueblo cansado y harto de las injusticias.
En su polémica declaración
el Obispo dice:
“Entendemos que no todos los policías están implicados, existen los buenos,
pero es sabido que algunos son parte de esa telaraña criminal y muchos
sospechan que también hay altas autoridades involucradas en ella. Ese es el
ambiente de desconfianza que se vive en la mayoría de las poblaciones de la
Baja California Sur… ¿Qué intereses se mueven detrás del tráfico de
estupefacientes que ha rebasado al poder judicial?”
Alba Díaz ha invitado a las autoridades
y a los empresarios a “trabajar en la construcción de una sociedad más justa,
en donde haya oportunidades de trabajo para todos, con salarios más justos que
eviten la tentación de conseguir el dinero fácil”. Ha pedido además a la
comunidad civil que no se acostumbren: “Hay que gritarlo en voz alta: No
debemos acostumbrarnos a vivir en un clima de violencia, eso nos lleva a la
indiferencia y a construir culpables alrededor, sin asumir la parte que nos
corresponde”.
Esta actitud profética del Obispo no es
nueva, ya hay antecedentes de su molestia y de sus intervenciones, cosa que
ahora ha molestado ciertos intereses, diríamos ha cimbrado hilos sensibles del poder no solo de
esa región sino de México.
Este Obispo es uno de los pocos Pastores mexicanos que han
alzado la voz, contrario a sus demás hermanos Obispos, que han sido cómplices
de la corrupción (por su silencio) de un país que cada día que pasa se hunde.
El caso es que el Obispo alza la voz en
los últimos meses de su trabajo episcopal como Obispo de esa Diócesis, por que
como hemos venido afirmando, su salida es inminente, quizá esta postura
profética le ocasione su salida más rápida, pero lo preparará a su próximo destino, por cierto, titánico, difícil
y de gran reto, ¿cómo Coadjutor? Muy probable.