Ya se ha venido
anunciando en este espacio. Desde antes
de la sorpresiva renuncia, también
anunciada aquí, de Benedicto XVI, y es que a los enemigos de la Iglesia les
esta llegando el agua al cuello con Francisco, por eso se han inventado de
miles de formas para desacreditarlo.
En los pasillos de la
curia vaticana corría un rumor que ya ha traspasado los muros vaticanos, y que
varios medios de comunicación a lo largo
del mundo ya lo han informado. Primero el libro – protesta de los 5 cardenales
llamado en ingles «Remaining
in the Truth of Christ: Marriage and Communion in the Catholic Church»
(Permaneciendo en la verdad de Cristo: Matrimonio y comunión en la Iglesia
Católica) que pretende refutar con argumentos bíblicos y patrísticos la
propuesta del Cardenal Kasper, luego el libro de Antonio Socci, ligado al
movimiento conservador Comunión y Liberación titulado “No es Francisco” en donde pone en
tela de juicio la elección del Papa Francisco y ahora sale a relucir la
inesperada visita de 6 Cardenales (suponemos que son los mismos y que no
merecen nombrarlos) al Papa Benedicto XVI en su residencia.
Sucedió
la semana pasada, cuando se llevaba el Sínodo
a cabo, estos enemigos de la Iglesia y de Cristo pensando que podrían frenar los avances de las propuestas
del Papa si pedían a Ratzinger que se pronunciara en contra de las posturas de
Bergoglio, pero les salió el tiro por la culata, y no pudieron frenar el avance
(para ellos cismático) de las reformas que vienen y que emprenderá Francisco.
Esta
intriga palaciega muy al estilo Vaticano
se dio en el monasterio Mater
Ecclesiae actúal residencia del Papa
emerito, hasta ahí tuvieron la delicadeza estos inútiles Cardenales de llevar
su veneno.
Solicitaron
la audiencia mediante su secretario el Arzobispo Gaenswein, luego preguntaron
por su salud y prosiguieron a solicitarle su paternal intervención, uno de
ellos pidió que hiciera un pronunciamiento público, lo que provocaría el
enfrentamiento entre dos Papas y un cisma
ipso facto, hábilmente Benedicto XVI respondió con un rotundo no y dijo “Yo
no soy el Papa, no se dirijan a mi” y los dejo hablando solos. De inmediato
Ratzinger le pidió a su secretario personal que también es el encargado de la
Casa Pontificia que llevará un recado a Francisco informándole con lujo de
detalle los nombres de los Cardenales inconformes que urdían el complot y dándole
todo su apoyo a las reformas emprendidas por Francisco.
Es
inadmisible que esta camarilla de rufianes vestidos de purpura tengan estas
actitudes propias de los sucios políticos, Francisco deberá tener cuidado y
desterrarlos a estos a lugares lejanos, para
que pueda trabajar agusto, porque los enemigos del Papa son los enemigos
de Cristo y de la Iglesia.