Foto: Exelsior |
Hoy lunes 10 inicia la 98 asamblea ordinaria del Episcopado
Mexicano. Con el lema: “Encuentro, Testimonio y Dialogo. En el Continente
digital. Hacía una cultura del encuentro, se reunirán por última vez en este
2014.
El pueblo de México esta cansado de tener una jerarquía
católica coludida con el poder, que
solapa las fechorías de los políticos, que vive sumisa, cortesana y lambiscona
del putrefacto gobierno mexicano. Los
Obispos mexicanos se han convertido en cómplices de la corrupción de un reino que poco a poco
se colapsa. Y todo para no perder sus privilegios.
El pueblo de México sabe que sus Obispos no han sido capaces
de salir a las calles a evangelizar, que
no han tenido la osadía de defender la vida y la familia ante un
poderoso lobby que pretender acabar con lo más preciado que tiene México.
En México abundan los Obispos príncipes, las mitras huecas, los pastores a olor podrido, pero también abundan los pastores a olor de oveja,
pocos en realidad.
La situación por la que atraviesa México en estos momentos
de su historia es crucial y los Obispos lo saben, esta asamblea episcopal lejos
de ser un evento estoico de palabrerías y planeaciones de escritorio deberá ser
la génesis de un plan de acción donde la cercanía y el encuentro sean los
pilares fundamentales. El pueblo mexicano no ocupa adoctrinamiento, ocupa
pastores cercanos, conscientes, humanos y no meros ministros de culto.
El Episcopado mexicano necesita pastores con olor a oveja y
es que desde hace años se extinguieron estos Obispos, destacaron: Luis Maria
Martines, Dario Miranda, Camerino Torreblanca, Samuel Ruiz y José Salazar, verdaderos obispos ejemplares. Las
nuevas generaciones de pastores se han
preocupado por estar cerca de las
élites, del dinero, de tener una vida socialité y acomodaticia, han dejado por un lado a los católicos
de las periferias, lo peor del caso es
que han engendrado a presbiterios huérfanos porque no han sabido ser padres y
pastores y solo los que están cerca al Obispo, los Lobbys, son los que manejan
el auto del poder eclesiástico en México, y en lo peor de los casos son los artífices de la
manipulación episcopal, dañando las buenas intenciones de los verdaderos
Sacerdotes.
En esta asamblea, la última del año, debe salir a relucir el
liderazgo de los Obispos mexicanos, un
liderazgo que ha sido opacado por sus egos y por sus miedos, sea hoy un momento
importante, interesante y decidido en que los guías y guardianes de la tan débil
fe mexicana refrenden su compromiso con
la verdad y no con los poderes fácticos, solo así la Iglesia en México podrá
contribuir al cambio tan anhelado que hoy en día el pueblo de México necesita.