Ya esta listo. El Vaticano prepara para este 2015 la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero asesinado cobardemente en El Salvador por el gobierno. San Romero de América como se le conoce, es hoy el Salvadoreño mas conocido a nivel mundial.
Monseñor Romero era un revolucionario de su tiempo. Nacido en Ciudad Barrios en el Salvador en 1917, hijo de una familia de clase media. Fue ordenado a los 24 años. En su tiempo de Seminarista fue enviado a estudiar a Roma, donde Giovani Batista Montini fue su profesor, quien mas tarde seria Paulo VI.
Durante 27 años sirvió a su diócesis, primero como párroco y luego como profesor del Seminario. Los fieles de Anamorós lo recuerdan con gusto, al igual que los de Ciudad san Miguel, ambas ciudades donde sirvió como párroco, en esta última en la Catedral, a la par era secretario del Arzobispo de El Salvador. También colaboro en 1968 en la Conferencia episcopal de El Salvador como secretario general, sus constantes platicas con el entonces nuncio le hicieron que este y su Obispo lo promovieran como Obispo, y fue así que en 1970 fue nombrado Obispo auxiliar de la arquidiocesis de San Salvador, siendo consagrado por el Nuncio Jerónimo Prigione (ElSalvador fue el primer destino de Prigione como Nuncio). Cuatro años duro como auxiliar, porque en 1974 fue trasladado como titular a la diócesis de Santiago de María donde sirvió por dos años y unos cuantos meses.
En los años 70s existía un creciente avance de la Teología de la Liberación, considerada por Estados Unidos y el Vaticano como un enemigo, para el primero contra sus intereses expansionistas y dominadores y para el Vaticano que no quería meterse en problemas con los gobiernos locales y mucho menos con los intereses norteamericanos, porque los que la promovían tenían una concepción teológica tergiversada muy al estilo marxista.
El caso es que el nombramiento de Monseñor Romero como Arzobispo de San Salvador molestó a propios y extraños. Y es que buscaban a un Obispo enérgico capaz de contener el avance del "clero medellinista", un movimiento de Obispos y Sacerdotes que eran partidarios de la teología de la liberación, y es que se veía a Romero como un Obispo sumamente conservador incapaz para hacer frente al avance de los liberales. Menuda sorpresa causo su primer entrevista a los medios el 10 de febrero de 1977, siete días después de haber sido nombrado Arzobispo de San Salvador, en ella dijo: "El gobierno no debe tomar al sacerdote que se pronuncia por la justicia social como un político o elemento subversivo, cuando éste está cumpliendo su misión en la política de bien común", esta declaración causo revuelo en todo El Salvador. Y es que muchos sacerdotes salvadoreños se habían dispuesto a apoyar a los laicos en su protesta contra el gobierno y las injusticias de este.
Tomo posesión de su Arquidiocesis el 22 de febrero de 1977 en medio de un país convulsionado por las injusticias y represiones del gobierno, días antes de su toma de posesión se dio a conocer el resultado de las elecciones volviéndose a reelegir el General Carlos Romero, por lo que las manifestaciones se hicieron esperar en todo el país pero el gobierno las reprimió habiendo muchos muertos y desaparecidos por el estado.
A principio de su episcopado el gobierno Salvadoreño expulso a la mayoría de los Sacerdotes que no eran ciudadanos salvadoreños, persiguió a otros mas y encarcelo a unos cuantos, todo porque los sentía como enemigos de su propuesta política.
Romero fue elegido vicepresidente del Episcopado Salvadoreño el 5 de marzo y gracia a su iniciativa se formulo una carta de denuncia donde se afirmaba que el gobierno perseguía a la Iglesia. La gota que derramo el vaso en la relación de por sí débil entre el gobierno y monseñor Romero fue el asesinato, el 12 de marzo del Sacerdote jesuita Rutilio Grande (comprometido con las causas del pueblo), amigo personal de Romero y párroco de Aguilares, esta actitud molestó demasiado al Arzobispo por lo que convocó en medio de la tensión política del país a una misa multitudinaria en la plaza de San Salvador donde asistieron todo su presbiterio y algunos Obispos, a dicha celebración se opusieron el Nuncio y varios Obispos del país.
El Arzobispo Salvadoreño cambio su discurso y de ser considerado un Obispo conservador moderado se volvió férreo defensor de los derechos de los indígenas, obreros y campesinos, llego a ser considerado icono de la lucha de la teología de la liberación, cosa que molestó demasiado al gobierno y a la misma Iglesia en el Vaticano. Los mensajes enviados por la Nunciatura al Papa no eran nada alentadores, por que sus discursos estaban traspasando fronteras, incluso el continente.
Juan Pablo II lo consideraba un Obispo incomodo, gracias a los informes del Nuncio y a malos comentarios del gobierno y de Obispos oficialistas. Esto no amedrento a Romero y denunciaba las labores represoras del gobierno y la violencia de los opositores gubernamentales. En 1978 ante la difícil situación política del país publicó una carta pastoral en la que señalaba que el pueblo tenía derecho a manifestarse y a exigir sus derechos de manera pacifica. Esta situación molesto tanto al gobierno que este se quejo directamente en el Vaticano.
Se encontró en mayo de 1979 con Juan Pablo II en el Vaticano, donde después de varios intentos y días de espera logró que Wojtyla lo recibiera, Romero llevaba un dossier informativo sobre la situación del pais y donde relataba las sistemáticas violaciones de derechos humanos en su país, como la matanza del sacerdote Octavio Ortiz y de cuatro jóvenes menores de 15 años, en el recinto “Despertar”, en un cursillo de iniciación cristiana. Sus biógrafos afirman que el Papa le dijo: “No me traiga muchas hojas, que no tengo tiempo de leerlas... Y además, procure ir de acuerdo con el gobierno”. Desilusionado Romero, se cuenta, salió llorando y afirmó: “El papa no me ha entendido, no puede entender, porque El Salvador no es Polonia”.
En enero de 1980, monseñor Romero tuvo su segundo encuentro con Juan Pablo II, mucho más cálido. El papa lo recibió enseguida y le felicitó por su defensa de la justicia social, pero advirtiéndole de los peligros de un marxismo incrustado en el pueblo cristiano. Romero, “con su habitual espíritu de obediencia, le respondió que el anticomunismo de las derechas no defendía a la religión, sino al capitalismo”. Ya lo había denunciado, el 15 de septiembre de 1978: “Hay un ‘ateísmo’ más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateísmo de capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios”. Por eso Juan Pablo II no lo beatifico, de hecho nunca se dirigió a el como un mártir.
Monseñor Romero era enemigo numero uno del gobierno, porque estaba haciendo conciencia entre los Sacerdotes y laicos de El Salvador. El 23 de marzo de 1980 (un día antes de su muerte) en la catedral firmo su sentencia de muerte con un discurso que estremeció a todo el país, el famoso "no mataras" cimbro a sus enemigos, fue un discurso dirigido al ejercito y a los represores ahí les dijo:
“¡les suplico, les ordeno en nombre de Dios, que cese la represión, que no obedezcan si les ordenan matar!”-, por lo que el gobierno las calificó de “subversivas”: fue una provocación.
Romero fue asesinado por el gobierno, por un francotirador, mientras celebraba la misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia. Romero es el único Obispo asesinado brutalmente en latinoamericano que podría considerarse mártir, ni si quiera el asesinato del Cardenal Posadas, vinculado al narco en México, es considerado un martirio.
Su causa de canonización inicio en su etapa diocesana en 1994, al año siguiente se inicio en Roma, pero durante los pontificados de Wojtyla y Ratzinger fue bloqueado, de hecho el postulador Vicenzo Paglia afirmo en 2005 que «Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres». por lo que por orden expresa del Papa Francisco se reanudo, logrando así que en 2015 sea beatificado y muy pronto canonizado, por tratarse de un Mártir defensor de los derechos humanos.
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