Ya no estaba gobernando. Ni siquiera tomaba las decisiones y la diocesis se había convertido en un caos. Los cotos de poder habían casi deshecho a la diocesis. Sacerdotes homosexuales, pedofilos, dinereros, con esposas y gastando el dinero de la feligresía, ese es el cáncer que asola a esta sureña diocesis del occidente de México. No renunció por enfermedad ni por cuenta propia, tiene 64 años, renunció por ser incapaz para gobernar. El Vaticano lo destituyo como suele hacerlo en estos casos: con caridad y con total hermetismo.
Los cotos de poder se han puesto a temblar ante tal decisión vaticana, la cual veían lejana. Todos saben que quienes gobernaban en realidad bajo la sombra del Obispo títere tienen demasiada cola que les pisen.
Y es que la podredumbre mundana de los curas de Autlán creció durante el episcopado de Gonzalo Galvan. Su salud menguo cuando se entero de la situación de la diocesis, la cual ya era conocida por el Vaticano, pero nunca hizo nada, al contrario negó y afirmó a diestra y siniestra que no pasaba nada. Los casos de curas pederastas y la mala administración llegaron directamente a Roma, la decisión fue tomada hace quince días, y se le dijo tajantemente, Monseñor tiene que renunciar, antes de que finalice el mes llegara la renuncia aceptada....
Sin duda otro Obispo de una diócesis fallida renunciado, otro Obispo promovido al episcopado por Juan Sandoval, en pocas palabras, otro Obispo inútil.
No se nombró obispo sucesor, Roma y Robles desde luego estudian a un buen candidato, con carácter, pastor y ajeno a los grupos de poder para que ponga en orden a la diocesis. En su lugar se nombró a un Administrador diocesano, y como la diocesis se encuentra inmersa en problemas delicados, se nombró a un Obispo externo, el nombramiento recayo en el Arzobispo emerito de León de casi 80 años, tan lucido y fresco como siempre, quien empezará a investigar de fondo lo que sucede en la diocesis para presentarle un informe al nuevo Obispo que llegará en no menos de un año. Por lo general el nombramiento de administrador diocesano recae en un Sacerdote de la diócesis, en este caso el Vicario General, o el Vicario de Pastoral, o si la diocesis tiene obispo auxiliar en este, en algunos de los casos el administrador es promovido a Obispo.
En Autlán es otro caso y vaya que caso, hay muchos casos que investigar, Padre Orestes, Padre Horacio, Padre Estrella y Padre Santos, pero casos delicados hay muchos, en verdad la gente no se imagina la verdadera delicada situación que vive esta diócesis.
Enhorabuena, el Vaticano ha puesto fin a un gobierno episcopal inútil que no supo ser padre amigo y pastor. Faltan mas en México. Sin duda soplaran mejores vientos para esta iglesia particular.
El mal no termina, el sacerdote Horacio sigue ejerciendo en las diócesis de Celaya y en la de Leon.
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