Izcalli, el debacle de una naciente diócesis





Tiene apenas tres años y se encuentra sumida en serios problemas económicos y morales por parte de su clero. La situación está un poco difícil, los laicos de a pie ya empiezan a cuestionar la labor de sus pastores.


Según el anuario pontificio de 2014, la diócesis cuenta con 64 sacerdotes y 33  parroquias donde se atiende  a un total  de 821,351 católicos. 

Cuando se empezaba a rumorear que a la diócesis de Cuautitlán seria desmembrada para erigir una nueva y que sería Izcalli la sede el obispo Ortiz informo al clero que  había libertad para quien se quisiera ir, además a algunos sacerdotes se les pidió que se fueran para allá, para calmar las aguas, o sea un alto porcentaje se cambió de diócesis para seguir encubriendo su doble vida.

Todos en el presbiterio de Izcalli conocen la realidad, saben de qué pata cojea cada uno y entre todos se cubren la espalda. Este grupo de sacerdotes que controla la diócesis ha sido heredado del corrupto Obispo de Cuautitlán, Guillermo Ortiz.

El obispo de Izcalli no gobierna en realidad, sino dos sacerdotes que mueven los hilos de poder: el Vicario General José Rurico y el ecónomo diocesano Arturo Cano, ligados al lobby  gay clerical. Los problemas no son solo morales, sino económicos al grado que la mayoría de las pastorales diocesanas están en quiebra, incluido el Seminario. El debacle también es pastoral, puesto que no existe una metodología pastoral, ni una estructura, al menos diocesana.

Pareciera como si el Obispo fuera un títere, un mero símbolo manipulado por el lobby que en verdad gobierna, al menos este es el sentir de muchos sacerdotes y laicos de a pie. 

El Obispo Francisco González Ramos del clero de León y luego incardinado a Irapuato siendo rector del seminario fue promovido a la diócesis de Izcalli, en Irapuato se dice que su paso por Izcalli solo sería de transición, puesto que sería el sucesor del Obispo  emérito de Irapuato Jesús Ortega, quien lo promovió al episcopado, pero la historia es otra, el sucesor del Obispo Chucho fue el Obispo Enrique Díaz del grupo Morelia. Por eso su gran frustración.

El debacle de la naciente diócesis de Izcalli se debe a la falta de autoridad del Obispo Francisco González, a la intromisión del Obispo de Cuautitlán a través de cotos de poder y a la falta de testimonio de algunos de  los sacerdotes. Sin duda Izcalli tiene no solo malos elementos, también buenos que pueden sacar adelante a esta Iglesia particular, pero han sido relegados por los cotos de poder.

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