El pasado 10 de agosto se cumplió un año de la llegada del
segundo Arzobispo de Tijuana, Francisco Moreno Barrón. Un nombramiento esperado
por laicos y sacerdotes desde tiempo atrás, debido a la situación que imperaba en dicha demarcación
eclesiástica en los últimos años de gobierno de Romo Muñoz, el arzobispo
saliente.
Cuentan las malas lenguas que algunos sacerdotes no solo de
Tijuana sino de algunas diócesis vecinas
cuando supieron de la llegada de Moreno Barrón a la conflictiva arquidiócesis de
Tijuana afirmaron que sería peor el gobierno pastoral de esta, debido al bajo
perfil y al carácter influenciable que presenta el nuevo arzobispo. Afirmando
que ante la difícil situación que impera en el clero tijuanense este no podría con el paquete.
Moreno Barrón conoce (por informes) la realidad que vive la arquidiócesis,
siendo promovido a Tijuana por el mismo
Cardenal Alberto Suarez Inda quien recibió muchas quejas y se entrevistó con varios laicos y
sacerdotes molestos por la situación que se vivía en tiempos del gobierno de
Romo Muñoz, por eso la razón de promover a esta arquidiócesis a uno de sus
pupilos.
Si bien hay que reconocer que Moreno Barrón llego en la mejor disposición, su prioridad serían
los Sacerdotes, ser un amigo, padre y
pastor del tan dolido clero de Tijuana, era el objetivo, por esa razón se dedicó
a promover una especie de sanación de heridas internas entre los miembros del
clero.
Mientras el arzobispo se dedicaba a pregonar la unidad y la
fraternidad entre su clero los laicos se
mantenían decepcionados de los sacerdotes. Moreno Barrón quiso atacar el
problema desde la cabeza, cuando en realidad lo que le falta al clero de
Tijuana es una zarandeada por mal testimonio.
El nuevo Arzobispo se hizo sordo ante los casos de abuso
sexual de menores, concubinato, homosexualidad, malversación de fondos que
abundan en el clero, incluso promovió a varios sacerdotes acusados a nuevos
puestos y a otras parroquias, esta actitud hace que algunos miembros del clero
cuestionen su labor.
Moreno Barrón sigue los pasos de Romo Muñoz, ha evadido los
casos de los Sacerdotes acusados de
pederastia, siendo los más delicados el de los sacerdotes Ackerman y Tenorio. Ante esta situación que se
vive en Tijuana el Arzobispo tiene una bomba de tiempo, o actúa o pasara a ser
otro Arzobispo mediocre más que ha pasado por Tijuana, tiene en sus manos el
poder de cambiar, cueste lo que cueste el rumbo de una Iglesia fronteriza que agoniza a causa del mal testimonio de sus
sacerdotes.
En las reuniones pasadas con el presbiterio ha afirmado que ya llego el tiempo de los
cambios, ¿será?, ¿se atreverá el arzobispo a revisar caso por caso
de los que existen en el clero de Tijuana?, ¿lo callaran con dinero como ha sucedido con los anteriores?, todo puede pasar, esperamos que el Arzobispo
se ponga las pilas y revise bien los informes, muchos maquillados por el
Vicario Judicial en turno para salvaguardar el honor de su anterior jefe. El problema de Tijuana
es delicado, un problema que el anterior
Arzobispo no pudo, porque se corrompió, queda a este atacarlo con la autoridad
que se le ha sido encomendada.
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