Baja California: el silencio de los Obispos ante injusticias sociales





El noroeste  mexicano está compuesto por tres diócesis: Mexicali, Ensenada y Tijuana, esta última siendo la cabecera episcopal. Con más de cuatro millones de habitantes donde el 95 por ciento se reconoce católico existen casi 450 sacerdotes. Tiene 3 obispos en activo y uno emérito.


La capital episcopal comparte la frontera más activa del mundo y es una zona de impresionante movilidad humana. La  situación que impera en esa zona de México es delicada, la conocida corrupción gubernamental ha mermado los derechos de los ciudadanos, en su mayoría católicos, mientras que los Obispos y Sacerdotes guardan silencio ante estas situaciones de injusticia.
                                                                  Foto: Luis Arellano


Mexicali y su obispo de doble moral

Don Chilo, como se le conoce al Obispo de Mexicali se auto nombra “férreo defensor de la vida”, y él lo demuestra con las marchas pro vida organizadas bajita la mano por él, aunque defiende la vida es íntimo amigo de quienes la quitan: los narcotraficantes, para muestra basta un botón en su amistad con el Chapo Guzmán y otros jeques de la mafia mexicana. Ligado al Yunque y al Partido Acción Nacional (PAN) Guerrero Macías nunca ha hablado mal del actual gobernador panista, incluso ha participado  en diversas actividades públicas y privadas con este y otros políticos de dudosa reputación. Entre ellos el narco empresario Jorge Hank Rhon.

El gobernador de Baja California es acusado de enriquecimiento ilícito y de promover negocios multimillonarios como la planta desalinizadora en Ensenada, el Mega proyecto El Sauzal que incluye puerto, ferrocarril, maquiladoras y aeropuerto en Rosarito, el  donde indirectamente sale beneficiado, además de la incapacidad de frenar la ola delictiva en esa entidad. 


Tijuana, los Arzobispos  que ignoran la realidad

Tanto el Arzobispo emérito como el actual  no les interesa la problemática que viven los católico de esta zona del mundo, creen que con sus simples declaraciones en los medios van a cambiar su entorno. La feligresía ya se ha dado cuenta que el nuevo arzobispo  es igual de demagogo que el anterior, al no poder solucionar la problemática interna  que aqueja a la arquidiócesis de Tijuana. Tanto Romo Muñoz como Moreno Barrón son clérigos ligados a los cotos de poder mundano, Romo Muñoz ligado al PAN y a empresarios de dudosa reputación como Hank Rohn. Incluso Romo Muñoz fue un importante operador del anterior gobernador Osuna Millán, para muestra basta un botón en sus múltiples reuniones privadas en las instalaciones de la calle 10 y Ocampo en Tijuana durante y después  la campaña de este opaco político panista.

Si el actual Arzobispo Francisco Moreno Barrón no se preocupa de la problemática sexual de su clero, ¿se preocupara de la realidad social de su entorno?


Ensenada y su obispo silencioso.

Del clero de Zamora y promovido al episcopado  por el obispo Javier Navarro en agradecimiento a su apoyo  y fidelidad Rafael Valdez Torres en sus cuatro años como Obispo de Ensenada no ha aportado casi nada para el bien de la feligresía. Si bien sus cualidades son ser un excelente administrador, con experiencia pastoral y un hombre conciliador, pero parece que el episcopado aturro algunas de sus cualidades porque no se le ha visto defendiendo a sus ovejas de los oscuros intereses de los lobos rapaces. Parece que el episcopado le quedó grande, no es lo mismo atender un Santuario a una diócesis que grande en territorio tiene un promedio de 50 sacerdotes incluyendo religiosos. Valdez no ha podido conciliar algunos problemas de su diócesis, algunos delicados y otros no tanto que requieren de su atención y cerania.

Los obispos Baja Californianos dejan mucho que desear, su actitud pasiva frente a los problemas sociales solo hace sentir en orfandad a los miles de católicos y deja muy mal parada a la Iglesia. El protagonismo de los laicos debe sacudirlos, incluso si es necesario dejar de aportar al diezmo y dar limosna en las misas sería una buena forma de obligarlos a atender y entender  las necesidades de los fieles. La feligresía ocupa cercanía y apoyo moral de sus pastores. El laicado no espera que sus pastores salgan a las calles y participen en las protestas y bloqueos, tampoco que hagan huelgas de hambre sino que su actitud sea de denuncia, que ejerzan su  profetismo, o ¿acaso tienen miedo?, miedo de perder su status y sus amistades de dudosa reputación.

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